En Miami-Dade solemos escuchar que cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de lo que sucede en nuestra ciudad. No obstante, basta con observar los últimos movimientos del gobierno local para entender que la raíz del problema es mucho más compleja que la simple participación ciudadana. Lo que verdaderamente obstaculiza el progreso es una combinación de gastos excesivos, dinero mal gestionado y una administración pública que parece estar más enfocada en justificar sus decisiones que en rendir cuentas ante la población.
El presupuesto debería ser el reflejo de una administración que planifica y prioriza el bienestar colectivo, pero lamentablemente ese no es el panorama que se vive en el condado. En vez de transparencia y reglas claras, los ciudadanos nos encontramos con inversiones desproporcionadas en proyectos de dudosa necesidad, adjudicaciones poco claras y una alarmante opacidad en la gestión de recursos. El resultado es una sensación de desconfianza y resignación: ¿a dónde va realmente el dinero de nuestros impuestos?
Los efectos de esta mala administración se perciben de inmediato en la vida cotidiana: el transporte público no cubre las necesidades básicas, las calles presentan un deterioro visual y funcional evidente, y los servicios que deberían ser indispensables —como la atención médica, la seguridad y el mantenimiento urbano— dejan mucho que desear. Todo apunta a una falta de rumbo y de visión, resultado de una supervisión deficiente o, peor aún, de la indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de administrar el condado.
Cuando el mal gobierno se nota en lo cotidiano
Lo más preocupante es que los comisionados y la alcaldía, elegidos tras campañas llenas de promesas y grandes discursos, parecen repetir los mismos errores de siempre. La inercia administrativa y la falta de compromiso auténtico generan una cadena de decisiones erradas que termina pasando factura a los ciudadanos, especialmente a quienes tienen menos recursos o dependen más de los servicios públicos.
Por supuesto, la responsabilidad ciudadana existe y es parte esencial de cualquier democracia. Pero no podemos permitir que se utilice como excusa para encubrir la incompetencia y la falta de transparencia de los funcionarios públicos. Sería injusto culpabilizar al ciudadano común de problemas que solo pueden resolverse con voluntad política, gestión eficiente y una verdadera rendición de cuentas.
El futuro de Miami-Dade no debe construirse sobre improvisaciones ni promesas vacías. Si queremos un cambio real, debemos exigir mejores resultados y nuevas formas de gobernar: con transparencia, participación y una vigilancia activa desde la sociedad civil. Solo así construiremos una ciudad que sirva a sus ciudadanos y no a los intereses del momento.
Nelson Rubio es periodista y presentador cubanoamericano radicado en Miami, conductor de “En Directo con Nelson Rubio” por Radio Mundo 1210 AM, destacado por sus análisis políticos y cobertura de actualidad. Instagram: @nelsonrubiotv.